Cincuenta sombras más oscuras / Cincuenta sombras liberadas - E.L. James

Increíble. Me alegro muchísimo de haber tenido razón en la entrada de Cincuenta Sombras de Grey. Estoy dispuesta a pegarle una gran patada a esa crítica, aunque no cambie mi opinión en absoluto. Voy a tener que unificar las reseñas de Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas. Todo se fusiona, impidiéndome discernir claramente los acontecimientos de un libro con los del otro, ya que sólo me duraron unas seis horas cada uno. No hay más que ver las fechas de publicación. 

El conjunto ha mejorado considerablemente. Infinitamente más adictivos que el primero. Formalmente, los libros están mucho mejor resueltos. La diosa interior y el labio de Ana se toman un respiro, y la narración es mas fluida. Pero la palabra estrella es "catártica": Un adjetivo extraño, que normalmente no estamos acostumbrados a leer o a escuchar, y que resuena molestamente cuando lo leemos más de dos o tres veces. 

Y termina esta historia... o eso parece. El epílogo y los dos anexos son reveladores, y un gran punto a favor de la trilogía. Aunque podía haber leído otras dos mil páginas.

Empezar a conocer a Christian Grey es absolutamente fascinante. Desde Jondalar (Los Hijos de la Tierra) no me pillaba tanto. Es perfecto dentro de sus Cincuenta Sombras.

Tal y como supuse, el trasfondo emocional es... desgarrador. Tímido y dominante, cariñoso y exasperante. Flores y corazones, grilletes y azotes. Volátil y predecible. Es imposible no enamorarse de él. 

En ocasiones tengo la sensación de que esta trilogía tiene dos tipos de público: Un sector maduro, que entiende o al menos llega a entrever a Christian, y otro sector al que Grey le parece un hijo de puta dominador y obsesivo, calificando los libros según ese patrón, alegando que a las mujeres les atraen irremediablemente los "chicos malos", pero que después se quejan de que las traten como objetos. 

Bien es cierto que tiene un carácter muy extraño, difícil de llevar. Impredecible, pero sólidamente trabajado, con pocos cabos sueltos. Sus traumas quedan bien explicados, y la manera de superarlos y exponerlos es natural y progresiva, fruto de algo tan cotidiano como una relación sana (En la mayoría de los aspectos, al menos). Sentir el amor abierto e incondicional de alguien que te ha escogido y que te lo demuestra día a día, minuto a minuto, es la mejor terapia. Al cuerno con el doctor Flynn, del cual, por cierto, me hubiera gustado saber más. 

En cincuenta sombras de Grey, Christian aún imponía respeto, intimidaba con una simple orden, con la más ínfima mirada. - Vuélvete. Chupa. Silencio.-  Ahora todo es distinto, vamos descubriéndole a la vez que Ana, y nos permitimos desafiarle. - Quiero hacerte el amor, nena -  Pero también sentimos la misma necesidad imperiosa de acunar a ese niño grande de asombrosos ojos grises en nuestros brazos para librarle de sus pesadillas. 

El argumento también guarda sorpresas, y eso se agradece. No se si hubiera soportado tanto sexo pervertido (como lo llama Ana). Sigo pensando que el apetito sexual es exagerado, demasiado insaciable. Pero hay otros muchos momentos dignos de recordar y que se salen de la temática general de la novela.

Pero aún así, creo que hay dos matices que no acaban de cuadrar. Por un lado, habría sido perfecto si ellos no fueran tan jóvenes. Con cinco años más cada uno (26 y 32, en vez de 21 y 27), las reacciones que experimentan serían mas acordes con su edad. Al fin y al cabo no hay nada en la historia que les encasille dentro de sus respectivas edades, daba igual una cifra que otra. Una estudiante y un hombre de negocios.

Y por otro lado... el personaje de Ana. No me ha terminado de convencer. No sabría decir por qué, pero noto que se han dejado muchos flecos. Es un buen personaje, limpio y transparente que complementa muy bien a Christian, pero hay muchas más cualidades parcialmente ocultas, (valentía, coraje, determinación) que se muestran muy poco, y que cuando lo hacen, son demasiado trascendentales. También tiene derecho a que le de un ataque de pánico, oye. Que la perfección de Grey no se pega. 

Antes era muy insegura, y la relación con Christian la ha fortalecido en todos los aspectos... pero en ocasiones la veo un poco "heroína". En él, sin embargo, esa actitud fluye de manera natural. Hace las cosas como deben hacerse, y punto, nadie se lo cuestiona. Lo tiene todo controlado, lo sabe todo. Sin discusión. 

Ah, y no me gusta que Ana le llame Cincuenta. Es peyorativo. Me da la impresión de que, en parte, James se lo sacó de la manga para alternar con "Christian" y "señor Grey".  Llamarle Cincuenta supone infravalorar su lado oscuro, que forma una parte tan importante de su personalidad. Pero también, mirándolo de otro modo, tal vez intenta quitarle hierro. De cualquier modo, no me gusta. Es Christian, con sus cincuenta sombras; pero él no es una de ellas.

Ahora me gustaría analizar el título (los "subtítulos" son bastante obvios). ¿Por qué Cincuenta? Treinta, veinte... Si, ahora suena extraño decir "Veinte sombras de Grey". 

Pero Cincuenta es un buen número. Es la mitad de 100, que es "el todo, el total" Bueno, yo creo que todos tenemos un lado bueno y un lado malo, y según parámetros sociales y educativos potenciamos uno u otro. Él se ha visto en la obligación de lidiar con la mitad de si mismo, con la mitad de su alma oscura, para liberarla y aportarle la luz que necesitaba. Y ahora se ve complementado con Ana, su otra mitad. 

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Tengo que recalcar que he encontrado similitudes que han ido aflorando según iba leyendo, pero ésta vez son positivas. Sorprendentemente, en géneros totalmente diferentes al de Cincuenta sombras. 

Por un lado, en Cincuenta sombras más oscuras, las páginas 355 y 356 (edición española) me dejaron totalmente lívida. Un momento muy, muy intenso, frustrante y desolador. 

Me vinieron a la mente algunos retazos de "La espada de la verdad". El poder de una Confesora para apoderarse de tu alma con un simple toque, hasta que desees hacer cualquier cosa con tal de complacerla. Y por otro lado, las Mord-Sith, con su uniforme de cuero color rojo sangre y su agiel, cuya forma es cuanto menos, evocadora en este caso. Una fusión del Christian de esas dos páginas. 

Y por otro lado, la simple coincidencia del nombre y del gran paso que representa en cuanto a la "recuperación de la humanidad". Me recordó a Memorias de Idhún, donde Kirtash es una atormentada criatura que deposita toda su condición humana y su amor en Victoria, tomando el nombre de Christian, y convirtiéndose en un ser con dos almas y dos nombres, pero un mismo cuerpo. Kirtash es un latigazo, Christian es un susurro.

Nota: 9

Y pasa a ocupar un lugar de honor entre mis sagas favoritas, aunque no el primer puesto. 

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De: Eva Fernández
Fecha: 25 de septiembre de 2012 20:13
Para: Christian Grey
Asunto: No hay más palabras...

Le echaré de menos, señor Grey.
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Eva Fernández
Diseñadora y lectora compulsiva